En la sociedad humana, las personas altruistas aportan significativamente a su medio. De hecho, se podría afirmar que si no hubiese altruismo, nuestra supervivencia como grupo se vería amenazada. Observa como los héroes más conocidos en el mundo de las historietas poseen este rasgo. Por otro lado, hay una conocida frase que dice que los valores no lo son hasta que nos cuestan dinero, hasta que se enfrentan a nuestro propio interés y los elegimos.
Por otro lado el altruismo, como muchos de nuestros comportamientos, está influenciado por el contexto social. Si en nuestro entorno apreciamos conductas en este sentido es más fácil que sumemos este valor a nuestro comportamiento. Si por el contrario, vivimos en un entorno en el que impera la ley de “salvese quien pueda”, entonces seremos más reticentes.
Otras variables que facilitan el desarrollo de este tipo de conducta son las personales: tanto las de ese momento o circunstanciales como las de nuestra historia de vida. Entre las del momento se encuentra, por ejemplo la prisa que tengamos. Si es mucha normalmente nuestra atención está centrada en encontrar la vía para llegar lo antes posible y se evade de lo que pueda suceder a nuestro alrededor. En cuanto a las vitales, tiene mucho que ver el entorno en el que nos hayamos criado: si hemos crecido en una familia con conductas altruistas el recuerdo de la satisfacción de ayudar estará grabado en nosotros.
Para convertirte en una persona altruista debes conocer los cuatro pilares sobre los cuales se apoya esta actitud:
Bondad: Se habla mucho de la bondad, pero en realidad es un término impreciso. Para algunos incluso, la bondad es sinónimo de sumisión o falta de carácter. Según el diccionario, la palabra viene de la unión de dos vocablos en latín: “bonus”, que significa “bueno”, seguido del sufijo que significa “cualidad”. En la práctica, llamamos bueno a alguien que procura actuar de una manera ética y justa. Lo cierto es que la bondad, más que una virtud, es una actitud constructiva ante la vida y ante los demás.
Solidaridad: Es una virtud muy valorada dentro de varias religiones, especialmente dentro de la fe cristiana. Una persona solidaria estará siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesite. No debes ser la Madre Teresa de Calcuta para ser solidario. Basta con que desarrolles un cierto sentido de responsabilidad frente a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad. Hoy son ellos, pero mañana podrías ser tú quien necesita ayuda. comprender: Es la habilidad para comprender las necesidades de alguien más, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar del otro. La famosa “regla de oro”, presente en prácticamente todas las culturas de la humanidad, sintetiza este comportamiento con el siguiente postulado: “Trata a los demás como quieras que te traten.” Para desarrollar la tendrás que ver más allá de tu perspectiva cotidiana, intentar comprender la situación por la cual atraviesa otra persona.
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