En general, se entiende por egoísta aquel que antepone sus deseos a los de los otros. Así, para evitar este rótulo, muchas personas viven sus existencias reguladas por el capricho de los demás, motivados por la culpa o la búsqueda de aceptación y amor.
Sin embargo, sin importar lo mucho que nos esforcemos, siempre habrá alguien que no esté conforme con nuestro actuar, y estar pendientes de complacer a todos solo nos convertirá en personas frustradas. Solamente amándonos y aceptándonos como somos, podremos ser libres.
Muchas veces las circunstancias nos llevan a suplir las necesidades propias antes que las ajenas (si no disponemos de recursos para llenar las de todos) y esto puede ser visto con malos ojos. Pero, en este caso podríamos reflexionar: ¿puede hablarse de egoísmo cuando, en caso de no contar con abrigo para todos, nos abrigamos a sí mismos antes de ofrecer abrigo a otros? ¿O si tenemos solo un poco de agua y bebemos para saciar nuestra sed, antes de ofrecérsela a otro sediento?
En estos casos, podríamos decir que la línea que separa el instinto de conservación del egoísmo parece ser muy delgada.Una persona egoísta es aquella que vive por y para sí misma, anteponiendo su bienestar al de cualquier otra persona. Sin embargo, ¿es correcto catalogar de “mala persona” a alguien con esas características? En muchos casos, quien tiene ese tipo de personalidad, la ha desarrollado como una forma de defensa ante un ambiente que le privó de apoyo y ayuda, obligándolo a proveerse a sí mismo aquello que necesitaba.
Ser más altruista no solo implica compartir la felicidad. Implica conocer a los demás en profundidad, prestarles el tiempo y el espacio suficientes para que se sientan cómodos en nuestra compañía. Pero, ¿qué consejos prácticos hay para fomentar esta sintonía?
Fíjate en las pequeñas cosas
No sirve de nada querer ser extremistas y sacrificarse. Comienza con acciones cotidianas y ordinarias, pequeños gestos simples como ayudar a un vecino, sonreírle a un compañero de trabajo o llamar a un familiar para saber cómo está.
Sonríe a la vida
Estar de buen humor incita al altruismo. Con la mayor frecuencia posible, sonríe y mira todo lo que ocurre a tu alrededor. Se siente bien ver las cosas del lado positivo.
Habla con tus actos
El altruismo es un deseo sincero y feliz de ayudar al prójimo. No pienses en lo que haya ocurrido antes o lo que ocurrirá después, si tu prójimo necesita una mano: alcánzasela.
Agradece lo que tienes
Reflexiona habitualmente, antes de dormir por ejemplo, sobre las cosas que otras personas han hecho durante ese día por ti y que te han complacido. La gratitud no solo te brinda bienestar, también te impulsa a regresar todos estos actos de amabilidad y ser altruista.
Haz de ello una decisión personal
Si quieres ser altruista, es porque te nace del corazón. Tus actos solo deben gratificarte a ti. Recuerda que el reconocimiento o los favores no son actos de altruismo, el apoyo incondicional sí lo es.
“No esperes a que te pidan ayuda para ayudar; no esperes a que te lo agradezcan para continuar ayudando”
Dale todo el valor que tiene
El altruismo tiene efectos positivos en muchos sentidos. Beneficia a quienes reciben las ayudas, te beneficia a ti por la satisfacción de sentirte útil a alguien y beneficia al mundo entero, pues cada acto de altruismo ayuda a construir una sociedad más consiente.
Cuando las exigencias de tener que cuidar de los demás no resultan muy demandantes en términos de tiempo y esfuerzo, el altruismo está correlacionado con una mayor propensión de gozar de buena salud mental. Las repercusiones psicológicas de saberte de utilidad para otros que lo necesitan podrían estar detrás de esto.
2. Pueden sentirse mejor con menos
A diferencia de las personas egoístas, que necesitan obtener recompensas materiales a cambio de su esfuerzo para sentirse bien, las personas generosas son capaces de sentirse bien simplemente realizando tareas altruistas, las cuales pueden realizar cuando siempre que quieren porque solo dependen de ellos. Después de haberse involucrado en estas tareas, muchas de ellas se sienten físicamente con más energía, con menos dolores y estrés, y con una mejor autoimagen, lo cual repercute en todos los ámbitos de su vida.
3. El afecto ayuda a que los jóvenes crezcan mejor
Desde hace tiempo se sabe que aquellos cuidadores que, además de proveer a los niños y adolescentes con los cuidados formales "obligatorios" como la comida, el agua y un sitio donde dormir, tienen muchas más posibilidades de rodearse de una descendencia que los puedan cuidar durante la vejez. Esto es así porque, con la creación de los vínculos de apego, también aparece la capacidad de los jóvenes de sentir cariño por otras personas.
4. Crean redes de confianza fácilmente
La hormona oxitocina, que está relacionada con las conductas generosas y altruistas, está también asociada con la creación de puentes de confianza mutua, que pueden ser muy útiles para desarrollar proyectos ambiciosos y costosos que solo pueden llevarse a cabo si varias personas se ponen de acuerdo y colaboran durante un largo periodo de tiempo . Esto significa que las personas generosas serán algo más propensas a dedicar sus esfuerzos a hacer que proyectos cuyos objetivos son a largo plazo lleguen a su objetivo.
5. Pueden llegar a ser la parte más visible de la comunidad
Las personas generosas son capaces de dar desinteresadamente durante largos periodoshaya o no haya premios o recompensas relacionadas con la motivación extrínseca. Esto significa que son capaces de hacer que los demás las perciban como generosas a la vez, en vez de secuencialmente: hay momentos en los que mucha gente se ha beneficiado de la ayuda de este tipo de perfil sin que le haya dado nada concreto a cambio.
De este modo, muchas veces ocurre que los miembros de una comunidad, al ver que todo el mundo considera que hay alguien especialmente generoso, la imagen pública de esta persona llega a un nuevo nivel, que en muchas ocasiones está relacionado con un rol protector y, por lo tanto, de autoridad.
6. Están más alejadas de la depresión en la vejez
Las personas de más de 65 años que practican el voluntariado para ayudar a otros tienen menos posibilidades de desarrollar depresión, gracias a la integración social que estas tareas producen. Esto resulta muy útil, teniendo en cuenta que el autoconcepto y la autoimagen pueden disminuir en la vejez si la jubilación se interpreta como un signo de que ya no se es útil para nadie.
7. Se pueden concentrar más en los pensamientos positivos
Las personas generosas son más propensas a ayudar a los demás desinteresadamente, lo cual hace que se genere un clima de positividad y un cierto optimismo. Esto hace que estén más expuestas a situaciones en las que la atención se desplaza hacia ideas optimistas y alegres, lo cual, resulta útil para mantenerse en unos buenos niveles de bienestar.
8. ¿Propensión a una mayor longevidad?
Aunque aún hace falta que se realicen estudios acerca de la longevidad de las personas amables, sí se ha visto que una tendencia a concentrarse en ideas positivas y a las conductas basadas en el afecto aumenta la longevidad y está asociada a un fortalecimiento del sistema inmunológico.
Referencias bibliográficas:
Musick, M. A. y Wilson, J. (2003). volunteering and depression: the role of psychological and social resources in different age groups. Social Science & Medicine, 56(2), pp. 259 - 269.
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Schwartz, C., Meisenhelder, J. B., Ma, Y., & Reed, G. (2003). Altruistic social interest behaviors are associated with better mental health. Psychosomatic Medicine, 65, pp. 778 - 785.
Zack, P. J., Kurzban, R. y Matzner, W. T. Oxytocin is associated with human trustworthiness. Hormones and Behaviour, 48(5), pp. 522 - 527.
Esto quiere decir que los individuos altruistas los son porque, en ocasiones anteriores, cuando han realizado una conducta altruista estas han sido reforzadas, ya sea por otras personas o por él mismo. Creo que se entenderá mejor con el siguiente ejemplo:
Juan ayuda a hacer los deberes a su hermana pequeña un día y sus padres se lo agradecen, entonces Juan seguirá ayudando a su hermana mientras sus padres se lo agradezcan.
Según la primera definición del altruismo esto sería paradójico pues se supone que las personas altruistas no reciben ningún beneficio. Pero, como he explicado anteriormente, parece que esto no es del todo cierto.
Según la teoría de Bandura, los reforzadores que modulan la conducta (en este caso la altruista) empezarían siendo externos, es decir, proporcionados por otras personas y, a medida que la persona crece, irían tomando un mayor valor los reforzadores internos, controlados por ella misma.
Esto ocurriría de la siguiente manera, siguiendo el ejemplo anterior: Juan crece, y sus padres ya no le agradecen que ayude a su hermana con los deberes, pero él sigue ayudándola porque cuando lo hace se siente más inteligente y le gusta ver a su hermana contenta.
Otra forma de aprendizaje, incluida dentro de esta corriente, es el aprendizaje vicario o por observación. Es decir, la persona aprendería observando el comportamiento de otras personas y las consecuencias que éste tiene. Según Bandura gran parte de los comportamientos sociales se aprenden de esta manera.
Un modelo que se encuentra dentro de esta corriente es el Modelo de activación y coste de Recompensa de Pilavin y Dovidio. Según este modelo, las personas realizan conductas que maximicen sus recompensas y minimicen sus costes. Es decir, la persona será altruista si piensa que los beneficios de ayudar serán mayores que los de no hacer nada.
Este modelo parte de la premisa de que para que una persona ayude esta tiene que sentirse activada (de forma desagradable) al saber que otra persona tiene un problema. De modo que ayudará para no sentir más esa activación.
Los autores que elaboraron este modelo intentaron predecir si una persona llevaría a cabo un comportamiento altruista y, si es así cómo lo haría. Para ello elaboraron la siguiente tabla:
El altruismo es una actitud humana en la cual las personas actúan en favor de otros semejantes sin tener la expectativa de recibir algo a cambio. Se entiende, entonces, que el altruismo solo se desprende de un amor al prójimo que lleva al individuo a sacrificarse en beneficio del otro. En muchas ocasiones el altruismo es entendido como el antónimo del egoísmo.
Existen algunos autores importantes como Jean Jacques Rousseau que consideran que el ser humano, en su estado de naturaleza, es un individuo altruista. Otros en cambio, como Thomas Hobbes o John Stuart Mill, en sus estudios consideraban al ser humano como un animal egoísta. Estudios más recientes, asociados más con la biología que con la filosofía, afirman que el altruismo aparece en los hombres a los 18 meses de vida.
Altruismo en la religión
Un área en el que siempre estuvo la cuestión del altruismo presente es la religión, en particular en las religiones vivas en la actualidad que son el cristianismo, el judaísmo, el islam, el budismo y el hinduismo. Todas ellas se valen de la relación entre el ser humano y su Dios como el móvil para actuar en forma altruista, es decir en beneficio de aquellos quienes más lo necesitan.
La enorme cantidad de sacrificios que los personajes de las historias religiosas realizan en favor de sus pueblos, suelen ser referencias para la actitud de los fieles. Es interesante reflexionar, en este punto, como a pesar del carácter altruista de las diferentes religiones de todas formas existieron y continúan haciéndolo numerosas guerras y conflictos en nombre de Dios.
Economía altruista
Otra área donde aparece el altruismo es en la economía, pero lo hace únicamente en las vertientes alternativas a la economía clásica y neoclásica, que es aquella presente en la mayoría de los manuales de estudio y en las recomendaciones de política.
Precisamente la economía altruista viene a cuestionar los supuestos básicos de la economía clásica, que suponen individuo maximizador únicamente del beneficio propio. La economía podría repensarse, a criterio de los economistas altruistas, considerando un beneficio dado por el beneficio ajeno.
Ejemplos de altruismo
Las organizaciones benéficas son una forma de manifestación de la solidaridad típica de nuestra época. En pos de fomentarlas, muchas veces los gobiernos crean incentivos para participar de ellas, como deducirle impuestos a quienes donan. Sin embargo, esto atenta contra uno de los principios básicos del altruismo, que es el de no percibir ningún beneficio.
En la religión judía, la cuestión del altruismo tiene un carácter adicional, reforzando la importancia de no esperar nada a cambio: se toma como la acción más altruista aquella en donde el que hace el bien no conoce al que lo recibe, y el que lo recibe tampoco conoce a quien lo hizo.
Cuando una persona está perdida en la calle, o no conoce el idioma, acercarse a explicarle y ayudarla es un pequeño acto altruista.
Muchas veces las familias de países con un buen pasar económico adoptan niños que tienen algún problema con sus familias o en su país de origen, en una actitud altruista.
Si bien se trata de una actividad remunerada, son muchos países que no reconocen a los docentes y a los médicos de la forma en la que se lo merecen, y su profesión tan desgastante tiene un carácter más altruista que en pos del beneficio personal.
La donación de sangre y la donación de órganos es una acción sumamente altruista, en la medida que procura el bien ajeno sin esperar ninguna recompensa a cambio.
En el proceso educativo hay muchas oportunidades de ser altruista, por ejemplo ayudando a los compañeros de curso que no comprenden los temas si uno es capaz de entenderlos con facilidad.
En la religión cristiana, Jesucristo es el ejemplo máximo del altruismo. Su acción fue la de dar la vida por sus hermanos en la tierra, y luego permitió que lo crucificaran únicamente para la salvación de ellos.
Había una vez un señor muy rico llamado Don Regalón que tenía todo lo que quería. O casi. Había algo que Don Regalón deseaba y que no conseguía: ser amado y querido por todo el mundo.
Un día Don Regalón tuvo una gran idea.
-Llevaré regalos a todos los niños del mundo para que me quieran tanto como a Papá Noel. Mi nombre aparecerá en todas las cartas, los niños pensarán en mí y me dibujarán y las calles se adornarán con mi retrato. Seré el más famoso y más querido del mundo.
Para conseguirlo Don Regalón tenía que darse a conocer, así que contrató a todos los gnomos del mundo para que llevaran cartas a los niños. En esas cartas, Don Regalón prometía llevarles todos los regalos que quisieran en Navidad.
-Tendré que ir haciendo acopio de juguetes para que ningún niño se quede sin el suyo -pensó Don Regalón.
Regalón mandó a los gnomos a buscar todos los juguetes que encontraran para poder cumplir su promesa. Pero el día de Nochebuena se acercaba y todavía faltaban mucho juguetes. Era increíble la cantidad de cosas que querían los niños.
-Gnomos, faltan muchos juguetes todavía -dijo Don Regalón-. Haced lo que sea necesario para traer todo lo que falta. Faltan diez horas para empezar a repartir. Daos prisa, que quiero llegar antes que Papá Noel.
Los gnomos así lo hicieron. En apenas una hora tenían todo lo que faltaba.
-Estupendo, amigos. Es hora de empezar a repartir -dijo Don Regalón-. Cargad el camión.
Don Regalón se subió al camión, pero justo cuando iba a arrancar….
-¡Alto! ¡Al ladrón! -se oyó decir-. Paren al ladrón.
Un montón de duendes llegaron a lomos de varios renos seguidos de varias patrullas de policía.
-Detengan al ladrón -decían los duendes-. Ese hombre y sus gnomos compinches han robado los juguetes que Papá Noel iba a repartir esta noche.
Papá Noel llegaba detrás, en su trineo vacío, del que solo tiraba un reno.
-¡Oh, no! ¿Qué habéis hecho? -dijo Don Regalón.
-Tú necesitabas juguetes para ser más famoso que Papá Noel -dijo un gnomo-. Le hemos quitado sus juguetes para ir más rápido y hacerlo quedar mal. Así los niños te querrán más todavía.
-Señor, queda usted detenido -dijo un policía- y todos estos gnomos también.
-¿Y los niños? -preguntó Papá Noel-. ¿Qué va a pasar con los niños?
-Se quedarán sin regalos -dijo Don Regalón.
-De eso nada -dijo el capitán de policía-. Entre todos cargaremos el trineo de Papá Noel.
Como Papá Noel no denunció a Don Regalón la policía no le detuvo. Así, Don Regalón pudo repartir lo que tenía antes del robo. Pero como no pudo cumplir su promesa ningún niño volvió a fiarse de él.
Desde entonces, Don Regalón ayuda a Papá Noel todas las navidades donando juguetes para que los duendes no tengan tanto trabajo que hacer. Y aunque ya nadie se acuerda de él, Don Regalón se siente feliz porque ha descubierto que ayudar a los demás te hace sentir bien, incluso cuando nadie lo sabe.
El filósofo Thomas Nagel abordó la cuestión del altruismo desde el punto de vista de la racionalidad. No tanto que el ser altruista supusiera una decisión necesaria desde el punto de vista racional, sino que el no serlo de una forma sistemática es irracional.
Debe enfatizarse que por altruismo no se quiere decir solo la variedad de nobles autosacrificios frecuentemente asociados con ese epíteto, sino que hemos de considerar como altruismo a cualquier comportamiento motivado meramente por la creencia de que alguien más se beneficiará o que se le evitará daño por ello.( …) Una voluntariedad de actuar en consideración de los intereses de otras personas, sin la necesidad de motivos ulteriores.
El altruismo que desde mi punto vista subyace a la ética no debe ser confundido con una afección generalizada por la raza humana
Mi argumento pretende demostrar que el altruismo (o su principio matriz) depende de un completo reconocimiento de la realidad de otras personas. (…) El reconocimiento de la realidad de otros depende de una concepción de uno mismo, de la misma forma que el reconocimiento de la realidad del futuro depende de una concepción del presente
La ética es una lucha contra una cierta forma de discurso egocéntrico, tanto como el razonamiento de la prudencia es una lucha contra la dominación por el presente.