En general, se entiende por egoísta aquel que antepone sus deseos a los de los otros. Así, para evitar este rótulo, muchas personas viven sus existencias reguladas por el capricho de los demás, motivados por la culpa o la búsqueda de aceptación y amor.
Sin embargo, sin importar lo mucho que nos esforcemos, siempre habrá alguien que no esté conforme con nuestro actuar, y estar pendientes de complacer a todos solo nos convertirá en personas frustradas. Solamente amándonos y aceptándonos como somos, podremos ser libres.
Muchas veces las circunstancias nos llevan a suplir las necesidades propias antes que las ajenas (si no disponemos de recursos para llenar las de todos) y esto puede ser visto con malos ojos. Pero, en este caso podríamos reflexionar: ¿puede hablarse de egoísmo cuando, en caso de no contar con abrigo para todos, nos abrigamos a sí mismos antes de ofrecer abrigo a otros? ¿O si tenemos solo un poco de agua y bebemos para saciar nuestra sed, antes de ofrecérsela a otro sediento?
En estos casos, podríamos decir que la línea que separa el instinto de conservación del egoísmo parece ser muy delgada.Una persona egoísta es aquella que vive por y para sí misma, anteponiendo su bienestar al de cualquier otra persona. Sin embargo, ¿es correcto catalogar de “mala persona” a alguien con esas características? En muchos casos, quien tiene ese tipo de personalidad, la ha desarrollado como una forma de defensa ante un ambiente que le privó de apoyo y ayuda, obligándolo a proveerse a sí mismo aquello que necesitaba.
Ser más altruista no solo implica compartir la felicidad. Implica conocer a los demás en profundidad, prestarles el tiempo y el espacio suficientes para que se sientan cómodos en nuestra compañía. Pero, ¿qué consejos prácticos hay para fomentar esta sintonía?
Fíjate en las pequeñas cosas
No sirve de nada querer ser extremistas y sacrificarse. Comienza con acciones cotidianas y ordinarias, pequeños gestos simples como ayudar a un vecino, sonreírle a un compañero de trabajo o llamar a un familiar para saber cómo está.
Sonríe a la vida
Estar de buen humor incita al altruismo. Con la mayor frecuencia posible, sonríe y mira todo lo que ocurre a tu alrededor. Se siente bien ver las cosas del lado positivo.
Habla con tus actos
El altruismo es un deseo sincero y feliz de ayudar al prójimo. No pienses en lo que haya ocurrido antes o lo que ocurrirá después, si tu prójimo necesita una mano: alcánzasela.
Agradece lo que tienes
Reflexiona habitualmente, antes de dormir por ejemplo, sobre las cosas que otras personas han hecho durante ese día por ti y que te han complacido. La gratitud no solo te brinda bienestar, también te impulsa a regresar todos estos actos de amabilidad y ser altruista.
Haz de ello una decisión personal
Si quieres ser altruista, es porque te nace del corazón. Tus actos solo deben gratificarte a ti. Recuerda que el reconocimiento o los favores no son actos de altruismo, el apoyo incondicional sí lo es.
“No esperes a que te pidan ayuda para ayudar; no esperes a que te lo agradezcan para continuar ayudando”
Dale todo el valor que tiene
El altruismo tiene efectos positivos en muchos sentidos. Beneficia a quienes reciben las ayudas, te beneficia a ti por la satisfacción de sentirte útil a alguien y beneficia al mundo entero, pues cada acto de altruismo ayuda a construir una sociedad más consiente.
Cuando las exigencias de tener que cuidar de los demás no resultan muy demandantes en términos de tiempo y esfuerzo, el altruismo está correlacionado con una mayor propensión de gozar de buena salud mental. Las repercusiones psicológicas de saberte de utilidad para otros que lo necesitan podrían estar detrás de esto.
2. Pueden sentirse mejor con menos
A diferencia de las personas egoístas, que necesitan obtener recompensas materiales a cambio de su esfuerzo para sentirse bien, las personas generosas son capaces de sentirse bien simplemente realizando tareas altruistas, las cuales pueden realizar cuando siempre que quieren porque solo dependen de ellos. Después de haberse involucrado en estas tareas, muchas de ellas se sienten físicamente con más energía, con menos dolores y estrés, y con una mejor autoimagen, lo cual repercute en todos los ámbitos de su vida.
3. El afecto ayuda a que los jóvenes crezcan mejor
Desde hace tiempo se sabe que aquellos cuidadores que, además de proveer a los niños y adolescentes con los cuidados formales "obligatorios" como la comida, el agua y un sitio donde dormir, tienen muchas más posibilidades de rodearse de una descendencia que los puedan cuidar durante la vejez. Esto es así porque, con la creación de los vínculos de apego, también aparece la capacidad de los jóvenes de sentir cariño por otras personas.
4. Crean redes de confianza fácilmente
La hormona oxitocina, que está relacionada con las conductas generosas y altruistas, está también asociada con la creación de puentes de confianza mutua, que pueden ser muy útiles para desarrollar proyectos ambiciosos y costosos que solo pueden llevarse a cabo si varias personas se ponen de acuerdo y colaboran durante un largo periodo de tiempo . Esto significa que las personas generosas serán algo más propensas a dedicar sus esfuerzos a hacer que proyectos cuyos objetivos son a largo plazo lleguen a su objetivo.
5. Pueden llegar a ser la parte más visible de la comunidad
Las personas generosas son capaces de dar desinteresadamente durante largos periodoshaya o no haya premios o recompensas relacionadas con la motivación extrínseca. Esto significa que son capaces de hacer que los demás las perciban como generosas a la vez, en vez de secuencialmente: hay momentos en los que mucha gente se ha beneficiado de la ayuda de este tipo de perfil sin que le haya dado nada concreto a cambio.
De este modo, muchas veces ocurre que los miembros de una comunidad, al ver que todo el mundo considera que hay alguien especialmente generoso, la imagen pública de esta persona llega a un nuevo nivel, que en muchas ocasiones está relacionado con un rol protector y, por lo tanto, de autoridad.
6. Están más alejadas de la depresión en la vejez
Las personas de más de 65 años que practican el voluntariado para ayudar a otros tienen menos posibilidades de desarrollar depresión, gracias a la integración social que estas tareas producen. Esto resulta muy útil, teniendo en cuenta que el autoconcepto y la autoimagen pueden disminuir en la vejez si la jubilación se interpreta como un signo de que ya no se es útil para nadie.
7. Se pueden concentrar más en los pensamientos positivos
Las personas generosas son más propensas a ayudar a los demás desinteresadamente, lo cual hace que se genere un clima de positividad y un cierto optimismo. Esto hace que estén más expuestas a situaciones en las que la atención se desplaza hacia ideas optimistas y alegres, lo cual, resulta útil para mantenerse en unos buenos niveles de bienestar.
8. ¿Propensión a una mayor longevidad?
Aunque aún hace falta que se realicen estudios acerca de la longevidad de las personas amables, sí se ha visto que una tendencia a concentrarse en ideas positivas y a las conductas basadas en el afecto aumenta la longevidad y está asociada a un fortalecimiento del sistema inmunológico.
Referencias bibliográficas:
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Schwartz, C., Meisenhelder, J. B., Ma, Y., & Reed, G. (2003). Altruistic social interest behaviors are associated with better mental health. Psychosomatic Medicine, 65, pp. 778 - 785.
Zack, P. J., Kurzban, R. y Matzner, W. T. Oxytocin is associated with human trustworthiness. Hormones and Behaviour, 48(5), pp. 522 - 527.
Esto quiere decir que los individuos altruistas los son porque, en ocasiones anteriores, cuando han realizado una conducta altruista estas han sido reforzadas, ya sea por otras personas o por él mismo. Creo que se entenderá mejor con el siguiente ejemplo:
Juan ayuda a hacer los deberes a su hermana pequeña un día y sus padres se lo agradecen, entonces Juan seguirá ayudando a su hermana mientras sus padres se lo agradezcan.
Según la primera definición del altruismo esto sería paradójico pues se supone que las personas altruistas no reciben ningún beneficio. Pero, como he explicado anteriormente, parece que esto no es del todo cierto.
Según la teoría de Bandura, los reforzadores que modulan la conducta (en este caso la altruista) empezarían siendo externos, es decir, proporcionados por otras personas y, a medida que la persona crece, irían tomando un mayor valor los reforzadores internos, controlados por ella misma.
Esto ocurriría de la siguiente manera, siguiendo el ejemplo anterior: Juan crece, y sus padres ya no le agradecen que ayude a su hermana con los deberes, pero él sigue ayudándola porque cuando lo hace se siente más inteligente y le gusta ver a su hermana contenta.
Otra forma de aprendizaje, incluida dentro de esta corriente, es el aprendizaje vicario o por observación. Es decir, la persona aprendería observando el comportamiento de otras personas y las consecuencias que éste tiene. Según Bandura gran parte de los comportamientos sociales se aprenden de esta manera.
Un modelo que se encuentra dentro de esta corriente es el Modelo de activación y coste de Recompensa de Pilavin y Dovidio. Según este modelo, las personas realizan conductas que maximicen sus recompensas y minimicen sus costes. Es decir, la persona será altruista si piensa que los beneficios de ayudar serán mayores que los de no hacer nada.
Este modelo parte de la premisa de que para que una persona ayude esta tiene que sentirse activada (de forma desagradable) al saber que otra persona tiene un problema. De modo que ayudará para no sentir más esa activación.
Los autores que elaboraron este modelo intentaron predecir si una persona llevaría a cabo un comportamiento altruista y, si es así cómo lo haría. Para ello elaboraron la siguiente tabla:
El altruismo es una actitud humana en la cual las personas actúan en favor de otros semejantes sin tener la expectativa de recibir algo a cambio. Se entiende, entonces, que el altruismo solo se desprende de un amor al prójimo que lleva al individuo a sacrificarse en beneficio del otro. En muchas ocasiones el altruismo es entendido como el antónimo del egoísmo.
Existen algunos autores importantes como Jean Jacques Rousseau que consideran que el ser humano, en su estado de naturaleza, es un individuo altruista. Otros en cambio, como Thomas Hobbes o John Stuart Mill, en sus estudios consideraban al ser humano como un animal egoísta. Estudios más recientes, asociados más con la biología que con la filosofía, afirman que el altruismo aparece en los hombres a los 18 meses de vida.
Altruismo en la religión
Un área en el que siempre estuvo la cuestión del altruismo presente es la religión, en particular en las religiones vivas en la actualidad que son el cristianismo, el judaísmo, el islam, el budismo y el hinduismo. Todas ellas se valen de la relación entre el ser humano y su Dios como el móvil para actuar en forma altruista, es decir en beneficio de aquellos quienes más lo necesitan.
La enorme cantidad de sacrificios que los personajes de las historias religiosas realizan en favor de sus pueblos, suelen ser referencias para la actitud de los fieles. Es interesante reflexionar, en este punto, como a pesar del carácter altruista de las diferentes religiones de todas formas existieron y continúan haciéndolo numerosas guerras y conflictos en nombre de Dios.
Economía altruista
Otra área donde aparece el altruismo es en la economía, pero lo hace únicamente en las vertientes alternativas a la economía clásica y neoclásica, que es aquella presente en la mayoría de los manuales de estudio y en las recomendaciones de política.
Precisamente la economía altruista viene a cuestionar los supuestos básicos de la economía clásica, que suponen individuo maximizador únicamente del beneficio propio. La economía podría repensarse, a criterio de los economistas altruistas, considerando un beneficio dado por el beneficio ajeno.
Ejemplos de altruismo
Las organizaciones benéficas son una forma de manifestación de la solidaridad típica de nuestra época. En pos de fomentarlas, muchas veces los gobiernos crean incentivos para participar de ellas, como deducirle impuestos a quienes donan. Sin embargo, esto atenta contra uno de los principios básicos del altruismo, que es el de no percibir ningún beneficio.
En la religión judía, la cuestión del altruismo tiene un carácter adicional, reforzando la importancia de no esperar nada a cambio: se toma como la acción más altruista aquella en donde el que hace el bien no conoce al que lo recibe, y el que lo recibe tampoco conoce a quien lo hizo.
Cuando una persona está perdida en la calle, o no conoce el idioma, acercarse a explicarle y ayudarla es un pequeño acto altruista.
Muchas veces las familias de países con un buen pasar económico adoptan niños que tienen algún problema con sus familias o en su país de origen, en una actitud altruista.
Si bien se trata de una actividad remunerada, son muchos países que no reconocen a los docentes y a los médicos de la forma en la que se lo merecen, y su profesión tan desgastante tiene un carácter más altruista que en pos del beneficio personal.
La donación de sangre y la donación de órganos es una acción sumamente altruista, en la medida que procura el bien ajeno sin esperar ninguna recompensa a cambio.
En el proceso educativo hay muchas oportunidades de ser altruista, por ejemplo ayudando a los compañeros de curso que no comprenden los temas si uno es capaz de entenderlos con facilidad.
En la religión cristiana, Jesucristo es el ejemplo máximo del altruismo. Su acción fue la de dar la vida por sus hermanos en la tierra, y luego permitió que lo crucificaran únicamente para la salvación de ellos.
Había una vez un señor muy rico llamado Don Regalón que tenía todo lo que quería. O casi. Había algo que Don Regalón deseaba y que no conseguía: ser amado y querido por todo el mundo.
Un día Don Regalón tuvo una gran idea.
-Llevaré regalos a todos los niños del mundo para que me quieran tanto como a Papá Noel. Mi nombre aparecerá en todas las cartas, los niños pensarán en mí y me dibujarán y las calles se adornarán con mi retrato. Seré el más famoso y más querido del mundo.
Para conseguirlo Don Regalón tenía que darse a conocer, así que contrató a todos los gnomos del mundo para que llevaran cartas a los niños. En esas cartas, Don Regalón prometía llevarles todos los regalos que quisieran en Navidad.
-Tendré que ir haciendo acopio de juguetes para que ningún niño se quede sin el suyo -pensó Don Regalón.
Regalón mandó a los gnomos a buscar todos los juguetes que encontraran para poder cumplir su promesa. Pero el día de Nochebuena se acercaba y todavía faltaban mucho juguetes. Era increíble la cantidad de cosas que querían los niños.
-Gnomos, faltan muchos juguetes todavía -dijo Don Regalón-. Haced lo que sea necesario para traer todo lo que falta. Faltan diez horas para empezar a repartir. Daos prisa, que quiero llegar antes que Papá Noel.
Los gnomos así lo hicieron. En apenas una hora tenían todo lo que faltaba.
-Estupendo, amigos. Es hora de empezar a repartir -dijo Don Regalón-. Cargad el camión.
Don Regalón se subió al camión, pero justo cuando iba a arrancar….
-¡Alto! ¡Al ladrón! -se oyó decir-. Paren al ladrón.
Un montón de duendes llegaron a lomos de varios renos seguidos de varias patrullas de policía.
-Detengan al ladrón -decían los duendes-. Ese hombre y sus gnomos compinches han robado los juguetes que Papá Noel iba a repartir esta noche.
Papá Noel llegaba detrás, en su trineo vacío, del que solo tiraba un reno.
-¡Oh, no! ¿Qué habéis hecho? -dijo Don Regalón.
-Tú necesitabas juguetes para ser más famoso que Papá Noel -dijo un gnomo-. Le hemos quitado sus juguetes para ir más rápido y hacerlo quedar mal. Así los niños te querrán más todavía.
-Señor, queda usted detenido -dijo un policía- y todos estos gnomos también.
-¿Y los niños? -preguntó Papá Noel-. ¿Qué va a pasar con los niños?
-Se quedarán sin regalos -dijo Don Regalón.
-De eso nada -dijo el capitán de policía-. Entre todos cargaremos el trineo de Papá Noel.
Como Papá Noel no denunció a Don Regalón la policía no le detuvo. Así, Don Regalón pudo repartir lo que tenía antes del robo. Pero como no pudo cumplir su promesa ningún niño volvió a fiarse de él.
Desde entonces, Don Regalón ayuda a Papá Noel todas las navidades donando juguetes para que los duendes no tengan tanto trabajo que hacer. Y aunque ya nadie se acuerda de él, Don Regalón se siente feliz porque ha descubierto que ayudar a los demás te hace sentir bien, incluso cuando nadie lo sabe.
El filósofo Thomas Nagel abordó la cuestión del altruismo desde el punto de vista de la racionalidad. No tanto que el ser altruista supusiera una decisión necesaria desde el punto de vista racional, sino que el no serlo de una forma sistemática es irracional.
Debe enfatizarse que por altruismo no se quiere decir solo la variedad de nobles autosacrificios frecuentemente asociados con ese epíteto, sino que hemos de considerar como altruismo a cualquier comportamiento motivado meramente por la creencia de que alguien más se beneficiará o que se le evitará daño por ello.( …) Una voluntariedad de actuar en consideración de los intereses de otras personas, sin la necesidad de motivos ulteriores.
El altruismo que desde mi punto vista subyace a la ética no debe ser confundido con una afección generalizada por la raza humana
Mi argumento pretende demostrar que el altruismo (o su principio matriz) depende de un completo reconocimiento de la realidad de otras personas. (…) El reconocimiento de la realidad de otros depende de una concepción de uno mismo, de la misma forma que el reconocimiento de la realidad del futuro depende de una concepción del presente
La ética es una lucha contra una cierta forma de discurso egocéntrico, tanto como el razonamiento de la prudencia es una lucha contra la dominación por el presente.
Según la Constitución suiza, la ayuda social debe garantizar la existencia a los necesitados, favorecer su independencia económica y personal y asegurar su integración social y profesional.
Los costes de la ayuda social son a cargo de los cantones y de los municipios. La Confederación participa únicamente en la ayuda social que se da a los solicitantes de asilo.
La reglamentación de la ayuda social es un asunto de los cantones. Lalegislaciónrealizaresulta por eso muy diversa, siendo diferentes a veces. Dicha asistencia o ayuda incrementa o aumenta las posibilidades para crear o afianzar un buen estado social en los próximos años o bien decadas. Aumenta la confianza social y psicológica.
Una persona altruista entrega amor desinteresado vertiendo sus esfuerzos en causas para el beneficio de los demás.
Una persona altruista se caracteriza por poseer una tendencia natural de apoyar a otros mediante el sacrificio personal buscando el bienestar de la comunidad o sociedad y actúa esperando crear un mundo mejor. A continuación, se detallan diez características de una persona altruista.
1. Dedica tiempo a los demás.
Una persona altruista dedica tiempo para apoyar a los demás sin esperar nada a cambio. No actúa por intereses personales ni por vanidad.
2. Comparte.
Un altruista comparte lo que tiene sin esperar recompensas ni reconocimientos. La finalidad de la ayuda altruista es solidaria, o sea, colabora en lo que puede para entregar la atención necesaria para aquellos que lo necesitan en mayor medida.
3. Es detallista.
El altruismo se asocia al amor mediante comportamientos que se dirigen hacia un cambio social abrangente, o sea, más que solo ayudar, también se dedica a pensar y actuar en detalles que pueden generar una diferencia en las causas que apoyan.
4. Es empático.
Una persona altruista se caracteriza por ser empático e identificarse personalmente con las personas y las causas que le preocupan. Se esfuerza en entender el sentimiento de los otros, experimentando de forma racional y objetiva el sufrimiento, dolor y dificultades ajenas.
5. Ayuda a los necesitados.
Una persona altruista ayuda a los más necesitados para aumentar las probabilidades de supervivencia de otros, sin que le importe que para ello signifique reducir sus propias comodidades o calidad de vida.
6. Protege el amor.
El amor es el motor de una persona altruista, por lo tanto la protege y da a aquellos que necesitan de su compasión. El altruista usa el corazón y la cabeza para determinar el mejor camino para entregar y proteger el amor destinado a un fin común.
7. Cuida el medio ambiente.
La persona altruista cuida del medio ambiente porque sabe dar y sabe agradecer lo que recibe a cambio. El medio ambiente es lo que nos da la vida y todo lo que necesitamos para sobrevivir, por lo tanto, el altruista que protege el amor, también protege el entorno que nos entrega todo sin esperar nada a cambio.
8. Promueve la paz.
Un altruista promueve la paz y rechaza la guerra pensando en el bienestar de todos. Mediante la paz, las sociedades tienen más posibilidades de alcanzar un equilibrio espiritual y mental aumentando su calidad de vida interior y, como consecuencia, con su entorno.
9. Se pone en los zapatos del otro.
Una persona altruista es capaz de ponerse en el zapato de los otros comprendiendo las dificultades que han pasado y las injusticias que los afectaron a pesar de no haber vivenciado las mismas situaciones. Lograr abstraerse de su propia condición y considerar que otros no tuvieron las mismas oportunidades, hace al altruista una persona que opera para ayudar a los otros genuinamente.
10. Piensa primero en los otros.
El altruista piensa en los intereses de los otros antes por sobre su propio beneficio. Considera que algunos actos o cosas pueden significar mucho más para los otros que para él, compartiendo y sacrificando sin otros intereses que no sea lo que considera justo.
Ayudar a los demás sin esperar recibir nada a cambio aporta muchos más beneficios de lo que creemos. Ahora, la Fundación para la Salud Mental de Reino Unido, afirma que ser voluntarioso con el bien ajeno es beneficioso para nuestra salud mental y para nuestro bienestar en generales, para empezar ser altruista mejora nuestra confianza, nuestra felicidad y nuestro optimismo. Esto sucede porque los actos generosos pueden generar una cadena de acciones similares y contribuir a una sociedad más positiva. Además, promueve cambios fisiológicos en el cerebro que nos conducen a ser más felices: esto es, al ayudar a otros también estamos activando nuestro cuerpo a nivel físico, por lo que nos ayuda a olvidarnos de nuestros problemas y a tener una autoestima más alta gracias a estas actividades que implican una relación con los demás. Esto último también conlleva una mejor integración social y una inmejorable ayuda contra la soledad y el aislamiento.
MEJORA EN LA SALUD MENTAL
* Promueve cambios fisiológicos positivos en el cerebro asociados a la felicidad: los periodos de mayor actividad suelen estar seguidos de otros más largos de calma y pueden dar lugar finalmente a un mayor bienestar. Ayudar a los otros mejora el apoyo social, nos conduce a un estilo de vida más físicamente activo, nos distrae de nuestros propios problemas, nos permite participar en una actividad significativa y mejora nuestra autoestima y competencia.
* Aporta una sentido de integración y reduce el aislamiento:formar parte de una red social conduce a una sensación de integración. Las actividades interpersonales como el voluntariado en un centro de acogida pueden ayudar a reducir la soledad y el aislamiento.
* Ayuda a tomar perspectiva: ayudar a aquellos que se encuentran en situaciones de necesidad, en especial a quienes han tenido menos suerte que nosotros, puede proporcionar una perspectiva más real y hacernos conscientes de lo afortunados que somos, lo que nos permite dejar de pensar en lo que nos falta y nos ayuda a tomar una visión más positiva sobre aquello que podría estar causándonos estrés.
* Mejora la confianza, el control, la felicidad y el optimismo: un acto de generosidad también puede fomentar que otros repitan la buena acción de la que han sido objeto y contribuye a una comunidad más positiva.
* Cuanto más se hace por los demás, más se hace por uno mismo:la evidencia muestra que los beneficios de ayudar a los demás pueden perdurar largo tiempo después al proporcionar un 'banco' de recuerdos agradables que pueden ser rememorados en el futuro.
BENEFICIOS FÍSICOS
* Reduce el estrés: ayudar a los demás contribuye a una buena salud. Las emociones positivas reducen el estrés y fortalecen nuestro sistema inmune y de esta forma nos protegen contra la enfermedad.
* Disminuye nuestros sentimientos negativos: las emociones negativas como la ira, la agresividad o la hostilidad tienen un impacto negativo sobre nuestra mente y nuestro cuerpo. Participar en todo tipo de actos de generosidad puede ayudar a disminuir estos sentimientos y estabilizar nuestra salud global.
* Nos ayuda a vivir más: dar y ayudar a los otros podría alargar nuestra vida. Los estudios de personas mayores muestran que aquellas que dan apoyo a otros viven más que los que no lo hacen.
En la sociedad humana, las personas altruistas aportan significativamente a su medio. De hecho, se podría afirmar que si no hubiese altruismo, nuestra supervivencia como grupo se vería amenazada. Observa como los héroes más conocidos en el mundo de las historietas poseen este rasgo. Por otro lado, hay una conocida frase que dice que los valores no lo son hasta que nos cuestan dinero, hasta que se enfrentan a nuestro propio interés y los elegimos.
Por otro lado el altruismo, como muchos de nuestros comportamientos, está influenciado por el contexto social. Si en nuestro entorno apreciamos conductas en este sentido es más fácil que sumemos este valor a nuestro comportamiento. Si por el contrario, vivimos en un entorno en el que impera la ley de “salvese quien pueda”, entonces seremos más reticentes.
Otras variables que facilitan el desarrollo de este tipo de conducta son las personales: tanto las de ese momento o circunstanciales como las de nuestra historia de vida. Entre las del momento se encuentra, por ejemplo la prisa que tengamos. Si es mucha normalmente nuestra atención está centrada en encontrar la vía para llegar lo antes posible y se evade de lo que pueda suceder a nuestro alrededor. En cuanto a las vitales, tiene mucho que ver el entorno en el que nos hayamos criado: si hemos crecido en una familia con conductas altruistas el recuerdo de la satisfacción de ayudar estará grabado en nosotros.
Para convertirte en una persona altruista debes conocer los cuatro pilares sobre los cuales se apoya esta actitud:
Bondad: Se habla mucho de la bondad, pero en realidad es un término impreciso. Para algunos incluso, la bondad es sinónimo de sumisión o falta de carácter. Según el diccionario, la palabra viene de la unión de dos vocablos en latín: “bonus”, que significa “bueno”, seguido del sufijo que significa “cualidad”. En la práctica, llamamos bueno a alguien que procura actuar de una manera ética y justa. Lo cierto es que la bondad, más que una virtud, es una actitud constructiva ante la vida y ante los demás.
Solidaridad: Es una virtud muy valorada dentro de varias religiones, especialmente dentro de la fe cristiana. Una persona solidaria estará siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesite. No debes ser la Madre Teresa de Calcuta para ser solidario. Basta con que desarrolles un cierto sentido de responsabilidad frente a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad. Hoy son ellos, pero mañana podrías ser tú quien necesita ayuda. comprender: Es la habilidad para comprender las necesidades de alguien más, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar del otro. La famosa “regla de oro”, presente en prácticamente todas las culturas de la humanidad,sintetiza este comportamiento con el siguiente postulado: “Trata a los demás como quieras que te traten.”Para desarrollar la tendrás que ver más allá de tu perspectiva cotidiana, intentar comprender la situación por la cual atraviesa otra persona.